El mundo invertirá una cifra récord de 1,8 billones de dólares en energía limpia en 2023: esta cifra debe aumentar a alrededor de 4,5 billones de dólares al año a principios de la década de 2030 para estar en línea con nuestro camino. (Extractado del informe de la Agencia Internacional de la Energía – IEA 2023 update to our Net Zero Roadmap).
La inversión en energía limpia se amortiza con el tiempo mediante facturas de combustible más bajas. Para 2050, la inversión en el sector energético y las facturas de combustible serán más bajas que en la actualidad como porcentaje del PIB mundial. El salto más pronunciado en la inversión en energía limpia es necesario en las economías de mercados emergentes y en desarrollo distintas de China, donde se multiplicará por siete a principios de la década de 2030 en el escenario NZE.
Esto requerirá políticas internas más sólidas junto con un apoyo internacional mayor y más eficaz. La financiación concesional anual para energía limpia en las economías de mercados emergentes y en desarrollo deberá alcanzar entre 80.000 y 100.000 millones de dólares a principios de la década de 2030.
Las políticas estrictas y efectivas en el escenario NZE estimulan el despliegue de energía limpia y reducen la demanda de combustibles fósiles en más de un 25 % para 2030 y un 80 % en 2050. La demanda de carbón cae de alrededor de 5.800 millones de toneladas equivalentes de carbón (Mtce) en 2022 a 3.250 Mtce para 2030 y alrededor de 500 Mtce para 2050. El petróleo disminuye de alrededor de 100 millones de barriles por día (mb/d) a 77 mb/d para 2030 y 24 mb/d para 2050. La demanda de gas natural cae de 4.150.000 millones de metros cúbicos ( bcm) en 2022 a 3.400 bcm en 2030 y 900 bcm en 2050.
En el escenario NZE no se necesitan nuevos proyectos de petróleo y gas de largo plazo, ni tampoco nuevas minas de carbón, extensiones de minas o nuevas plantas de carbón sin cesar. No obstante, se requiere una inversión continua en los activos de petróleo y gas existentes y en los proyectos ya aprobados. Es vital secuenciar la disminución de la inversión en el suministro de combustibles fósiles y el aumento de la inversión en energía limpia si se quieren evitar los dañinos aumentos de precios o los excesos de oferta.
La caída de la oferta y la demanda de combustibles fósiles reduce los riesgos tradicionales para la seguridad energética, pero no desaparecen, especialmente en un entorno geopolítico complejo y de baja confianza. En el escenario NZE, los productores con costes más altos son expulsados de un mercado en declive y la oferta comienza a concentrarse en los grandes poseedores de recursos cuyas economías son más vulnerables al proceso de cambio. Pero los intentos de los gobiernos de priorizar la producción nacional deben reconocer el riesgo de bloquear emisiones que podrían empujar al mundo por encima del umbral de 1,5 °C; y que, si el mundo logra reducir la demanda de fósiles lo suficientemente rápido como para alcanzar cero emisiones netas para 2050, los nuevos proyectos enfrentarían importantes riesgos comerciales.